Un poco de historia

Nada más lejos de mis habilidades que la capacidad artística. Quizá por eso siempre he mirado hacia las posibilidades de la tecnología para reproducir elementos que yo era capaz de hacer a mano.  Muchos de nosotros hemos conocido las impresoras y los plotters, que junto a diferentes programas gráficos nos han permitido realizar diseños y obtener resultados de gran calidad gráfica.

Pero el mundo de la escultura ha sido, hasta hace relativamente poco, un reducto en el que las máquinas han tenido tareas bastante primitivas aunque útiles. Sin embargo, de un tiempo a esta parte hemos empezado a escuchar noticias sobre nuevos dispositivos que van a cambiar esto. Me refiero a las impresoras en tres dimensiones o impresoras 3D. Son dispositivos que pueden crear un objeto tridimensional a partir del diseño realizado en un ordenador y contenido en un fichero informático.

Muchos de los que conocían la existencia de las impresoras 3D también sabían que su precio era muy elevado y que los objetos que podían crearse eran muy pequeños, de modo que fuera de los prototipos industriales y la joyería, estas máquinas no eran interesantes para muchos.

Una iniciativa que cambió esto fue el proyecto RepRap, iniciado por un profesor Británico, y que ha desarrollado diferentes modelos de impresoras 3D. Lo más novedoso del proyecto es que las impresoras están diseñadas para poder imprimir impresoras similares y todos los planos y programas utilizados son abiertos, esto es, de libre disposición y gratuitos.

Sin embargo, los modelos de impresoras 3D del proyecto RepRap pueden producir objetos en diferentes materiales plásticos con una dimensión de unos 200 x 200 x 200 milímetros (algo menor que una pelota de fútbol).

El proyecto Lleona se inspira en el proyecto RepRap pero fija su objetivo en la creación de monumentos falleros, cuyas dimensiones se miden en metros y no en milímetros, y donde el coste de los materiales y su combustión son aspectos a tener muy en cuenta.